Clase 4 de meditación: Observación de las emociones


Meditación emocional

Observación de las emociones

Una vez que se observa la unidad corporal (el primer nivel de unificación es la observación simultánea de todas las partes del cuerpo), llevamos la atención al campo emocional.

Además de las sensaciones corporales, hay otros niveles de actividad incluidos en la conciencia. Uno de estos niveles es el emocional. Las emociones se relacionan con las sensaciones corporales, y en cierto sentido pueden ser reducidas a ellas, pero el nivel de actividad emocional trasciende al de la sensación corporal, existiendo una técnica de meditación para su observación como tal.

Durante la concentración en la respiración como en la observación de las sensaciones corporales, pueden surgir emociones como la tristeza, la rabia, la alegría, etc.

Dependiendo de nuestra cultura, vivencias y creencias consideramos a ciertas emociones como positivas y a otras como negativas. Si estamos educados en que algo es muy negativo, y esa emoción aparece, tendemos a huir de ella. Pero esto es un límite a la unicidad, ya que no debe existir lo interno o lo externo, sino una sola mente.

La observación de las emociones trata de acercarnos a este unidad aceptando cualquier experiencia como parte de ella. Por eso, cuando aparece cualquier emoción debe ser aceptada y observada como parte de nuestro ser y no debe ser reprimida o negada, como si fuera externa a nosotros.

Cuando aparezca una emoción, debe aceptarse y observarse con el mismo desapego que con la respiración o las sensaciones corporales.

La emoción se desarrolla y se aprende a través de la vida. Este proceso se debe observar sin identificarse con el mismo.

Es recomendable, al aparecer una emoción, realizar un recorrido corporal poniendo atención en los componentes de sensaciones asociadas con la emoción. Y una vez realizado este recorrido, volver a observar la emoción tal cual, sin detenerse en sus componentes.

Se puede repetir la observación de la emoción en sí y de sus componentes hasta lograr una observación ecuánime y una identificación con el testigo de la emoción, pero no con sus componentes.

Todo ello no implica que no se puedan sentir emociones, ya que las emociones sanas forman parte de una vida feliz, rica y creativa. Lo que se trata es no ser preso de nuestras propias emociones, sino que nosotros seamos dueños de ellas y no al contrario.


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